Amigos esta semana vamos al otro lado del mundo, y tomando en cuenta que esta muy de moda Nueva Zelanda un poquito de aquella gran nación.
En Nueva Zelanda vive un ave que se confunde con una fruta
que es una de las más raras y que tiene un origen evolutivo bastante incierto.
Se trata del Kiwi.
El Kiwi, igual al fruto, es un ave
no voladora que se emparenta con los antiguos tinamúes.
Es de tamaño pequeño, más o menos como una gallina. Su nombre proviene del maorí, quienes se lo dieron
por el típico canto del kiwi. El nombre
científico es Ápterix.
Lo que caracteriza al kiwi, y lo hace tan raro, es su pico. Es
largo y filoso, y gracias a él tiene un sentido del olfato muy desarrollado, que
es potenciado por unos bigotes que crecen en torno al pico. Como si fuera poco,
tienen fosas nasales, algo totalmente extraño en un ave. Están ubicadas en la
punta del pico.
Se valen de ese amplio sentido del olfato para encontrar su alimento, que es
bastante amplio, pero que se centra en lombrices, insectos y demás invertebrados
que encuentran en el suelo, incrustando el largo pico. Pero también comen fruta,
y a veces pequeños cangrejos de río.
Tiene un plumaje característico que en realidad no son verdaderas plumas, sino
que por razones evolutivas y de adaptación al ecosistema local, han adoptado
unas plumas que parecen suaves cerdas. Tienen alas, como toda ave, pero son tan
pequeñas, que ni se distinguen del resto del plumaje.
Como no vuelan, los kiwis tienen huesos con medula, como los
mamíferos, al contrario que la mayoría de las aves, que tienen huesos ahuecados
para ahorrar peso.
En tiempos anteriores a la colonización europea, Nueva
Zelanda no tenía mamíferos, por lo que las aves poblaban
casi todos los nichos ecológicos. Pero
actualmente se los ve poco, ya que sus hábitos son nocturnos, se cree que antes
de la llegada de los europeos no eran nocturnos.
Pero algo extraño en sus costumbres, es que el macho es quien empolla los
huevos. Los huevos también son raros, ya que, en proporción, son de los más
grandes que hay en la naturaleza. Es como si un humano diese a luz un bebé de 19
kilos, por eso las hembras no suelen poner más de un huevo.
Los nidos son subterráneos, y allí el macho empolla durante unas diez semanas.
Pero una vez que las crías nacen, los padres no les prestan más atención, no las
alimentan. Ellas apenas pueden caminar, se van del nido y se alimentan por
cuenta propia.
Pero algo que conmueve es que las parejas, una vez que se juntan, lo hacen
para toda la vida, y son monógamos.
Los kiwis se dividen en diversas especies, de las cuales los
kiwi moteado
mayor es el más grande, llega a medir 45 cm de altura y pesa unos
2,5 kilos. El más pequeño era el kiwi moteado
menor, que fue extinguido en casi todas las islas, ya que no pudo
sobrevivir a los gatos y a los cerdos que introdujeron los europeos en las islas
neocelandesas. Sólo sobrevive en pequeñas islas donde no hay predadores, y
apenas mide 25 cm de altura, y pesa 1,3 kilogramos.