La
consolidación de una visión ecológica de los medios y la
Comunicación
fue paralela a la difusión de las ideas ecologistas
a
partir de los años sesenta. Si bien el concepto de ecología
de
los medios fue oficialmente introducido por Neil
Postman
en una conferencia del National Council of Teachers
of
English en 1968, el propio Postman reconocía que Marshall
McLuhan
lo había utilizado a principios de esa década, en la
época
de mayor brillo intelectual del canadiense.
McLuhan
no se cansaba de insistir en que los medios forman
un
ambiente o entorno sensorial en el cual nos
movemos
como un pez en el agua; no nos damos cuenta de su
existencia
hasta que, por algún motivo, dejamos de percibirlos.
Su
ecología está totalmente volcada hacia las percepciones de
los
sujetos: los humanos modelamos los instrumentos de
comunicación, pero, al mismo tiempo, ellos nos
remodelan.
Según
Postman, el cambio tecnológico
no
era aditivo, sino ecológico, y lo explicaba con un
ejemplo:
si dejamos caer una gota de tintura roja en un recipiente
con
agua, se disuelve en todo el líquido, coloreando
cada
una de las moléculas. Eso es lo que Postman entiende
por
cambio ecológico (ecological change). La llegada de un
nuevo medio no se limita a agregar algo: cambia
todo.
El
nuevo medio le dio un nuevo color a cada campaña política, hogar, escuela,
iglesia, industria, etc., de ese país (Postman
1998).
“La
ecología de los medios es el estudio de los medios como
ambientes”
La
ecología de los medios puede sintetizarse en una idea
básica:
las tecnologías —en este caso, las tecnologías de la
comunicación,
desde la escritura hasta los medios digitales—
generan ambientes que afectan a los sujetos que las
utilizan.
Marshall McLuhan también dejó caer
otra posible
dimensión de la metáfora ecológica:
los medios sólo adquieren
significado en relación con los otros
medios. Desde esta perspectiva,
los medios serían como “especies” que
conviven en un
mismo “ecosistema”
de la comunicación.
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